viernes, 15 de junio de 2012


LA IGUALDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES, UN DESAFÍO AÚN EN LOS TIEMPOS MODERNOS


En la actualidad, los occidentales creemos que todo cuanto leemos en los periódicos sobre igualdad entre hombres y mujeres son verdades como puños. Nadie se ocupa de desmentirnos porque no hacen otra cosa que vendernos propaganda barata. También creemos que ese mundo donde las mujeres no pueden ir al colegio ni a las universidades y deben aceptar un matrimonio de conveniencia está muy lejano de nuestras vidas, cuando la verdad es que todo aquello está mucho más cerca de lo que todos creemos, a tan sólo unas horas. Las noticias que vemos en los diarios, en su mayoría dulcificadas por un consejo editorial que mira más por nuestro bienestar que por nuestra información personal, se nos antojan barbaridades sin fundamento.
Pero lo que para nosotros no es normal y de lo que sólo captamos ecos distantes es parte de la vida normal, me atrevería a decir diaria, de una mujer en el mundo árabe, por ejemplo. Porque ¿cuántas veces no hemos visto a una mujer, aquí en España,  quejarse de que su sueldo o sus oportunidades laborales son peores que las de sus compañeros varones? Infinitud de ellas. Y no hablo del siglo XIX, señoras y señores, sino de la época actual. Pero también en el siglo XIX se discriminaba a la mujer, y se hacía más abiertamente que ahora. En un folletín de 1848, se detallaban las profesiones a las que una mujer podía dedicarse en esa época, y debo decir que no eran muy halagüeñas, a saber: maestra de niñas, monja, telegrafista, modista, estanquera y (esto era casi inalcanzable para las mujeres sencillas de aquella época) reina.
Mientras, los hombres monopolizaban (y siguen monopolizando en su mayor parte) los cargos administrativos y las ocupaciones importantes.  Es más, los jefes (hombres) tienden a despedir en mayor proporción a las empleadas de sexo femenino y a respaldar a los individuos de sexo masculino. Aquello de lo que oímos quejarse a tantas mujeres y ante lo que luego hacemos oídos sordos es una verdad como un puño.
En resumen, queridas señoras y señores, si queremos aumentar un poco más nuestra tan nombrada y sobada pero tan poco practicada igualdad entre hombres y mujeres deberíamos repasar las ideas que tenemos acerca de la desigualdad. Porque (permítanme decirlo con toda la franqueza posible) lo que la mayoría de las veces se hace con las mujeres tanto en el trabajo como en la privacidad de nuestros hogares es un claro ejemplo de machismo.

Javier Gómez Tejeda
3ºC. IES. GARCIA BERNALT 

No hay comentarios:

Publicar un comentario